Estamos muy acostumbrados a ver interiores con estilo nórdico, pero también lo podemos trasladar a nuestro jardín. De hecho, este estilo está íntimamente relacionado con la naturaleza. La vida al aire libre es vital para estos países donde, en épocas de buen tiempo, pasan gran parte de su tiempo en el patio o terraza. Este estilo nos permitirá diseñar jardines de todos tipos. Desde un pequeño balcón hasta un jardín de grandes dimensiones. El secreto siempre será mantener unas líneas sencillas, naturales y funcionales. Una de las claves de esta tendencia es la utilización de materiales naturales en su versión más original. Por ejemplo podemos utilizar maderas al natural tratadas adecuadamente para la intemperie. Nos aportará calidez y sencillez. Si colocamos muebles debemos tener claro que deben tener diseños basados en líneas claras y con funcionalidad. Otra de las claves es seguir la máxima del «menos es más». No debemos saturar el espacio, sino colocar los elementos necesarios para que funcione en su conjunto. Hablamos así de muebles y elementos decorativos, pero también de la vegetación. La vegetación que incluyamos en el jardín debe estar perfectamente diseñada para las características de ese patio. Debemos tener en cuenta el espacio que nos rodea, las dimensiones, la arquitectura a la que acompañamos. Si nos encontramos con un patio o terraza de tamaño pequeño debemos optar por unidades vegetales controladas. Podemos colocar jardineras y macetas, siempre de material y aspecto natural. Para jardines de tamaño más generoso podemos crear combinaciones de jardineras con parterres o zonas donde podamos dar más libertad a las especies. Todo ello unido por superficies verdes de césped o pradera y de zonas de transición realizadas con madera preferiblemente, aunque la piedra poco pulida también puede ser un aliado.
En cualquier caso debemos tener mucho cuidado en qué especies escoger para plantar en nuestro jardín. Algo que nos funcionará a la perfección con este estilo son los arbustos, en su versión más controlada como puede ser en macetas o salvajes en un jardín más natural. Debemos tener en cuenta que en este estilo es preferible crear una gama de colores similares sin demasiados colores chillones. Por ello hemos de encontrar el equilibrio entre especies con flores y otras que nos den un fondo sereno y tranquilo. También esta relación la trasladaremos a la proporción de arbustos y árboles de hoja caduca y perenne, escogiendo cuidadosamente la localización de cada unidad para tener un conjunto atractivo en cualquier época del año. En cuanto a qué especies escoger, tenemos una gran variedad de posibilidades, ya que el resultado final dependerá de las proporciones en que las coloquemos y el diseño. Como hemos comentado anteriormente, un básico del jardín nórdico son los arbustos, como el brezo, la lavanda, … si queremos darle un toque autóctono, podemos colocar romero o tomillo, y si queremos un toque de color o frutos, el lilo o la frambuesa. En cualquier caso siempre dispuestas de manera ordenada o con líneas claras. Si queremos colocar árboles podemos colocar varias especies, guardando siempre un rincón para una conífera, la especie nórdica por excelencia. Y si queremos árboles de crecimiento controlado podemos pensar en arces, madroños o frutales. En cualquier caso siempre hemos de tener en cuenta el resultado global de todo el jardín, diseñándolo en su conjunto para obtener un ambiente luminoso, natural y acogedor. Si así es, hemos conseguido el perfecto jardín nórdico.